Friday, May 10, 2024

 La hormiga consciente              Cuento de Carlos Ponce-Meléndez

 


Esta maldita hoja es de las que pesan horrores- pensó la hormiga, pero a pesar de lo pesado de la hoja y de lo lejos que estaba de su hormiguero, la cargo y la llevo. Ya estaba acostumbrada a ese tipo de esfuerzos, toda su vida había sido así. Todas las demás hormigas hacían lo mismo y decían que siempre había sido así y que siempre seria lo mismo, pero bueno, ya no hay tiempo que perder- pensó la hormiga. Hay que ir a buscar más comida pues hay muchas bocas que necesitan alimentarse. Ahora, habría que ir a un lugar más lejos, a pesar del tremendo calor de verano, ya había muy pocas hojas cerca del hormiguero. Eso no amainó el ánimo de la hormiga y partió veloz en busca de alimento. Esta vez escogió, por consejo de otras hormigas que iban llegando, el rumbo de la casa de los humanos. Dicha casa estaba lejos, pero recordó que había un jardín con abundante variedad de plantas. El trabajo seria arduo, pero toda su vida había sido así, "¿Porque temerle al trabajo si este dignifica?" en fin, iba abstraída en sus pensamientos cuando por fin llegó al hermoso y bien cuidado jardín de la familia Pascual. Se sintió Alegre de ver tanta variedad de plantas pero no pudo llegar a escoger una pues sintió que perdía fuerzas, sus patas ya no le respondían, lo último que pudo percibir fue a un humano con un aparato que despedía un olor nauseabundo. El humano se alejó echando su pestilente substancia por todos lados, pero la hormiga por más esfuerzos que hacía no pudo levantarse. La desesperación se apoderó de ella, había que llevar algo al hormiguero, cómo iba a llegar con las pinzas vacías. Pero el dolor crecía y la hormiga solo atinaba a pensar que debía avisar a sus compañeras que ese era un sitio mortal, que no volvieran por ahí. ¿Sera esto la muerte -se preguntó? Pero si ella era una hormiga joven, no le tocaba morir aún. Todavía podía hacer mucho por su reina. La desesperación se apoderaba de ella conforme perdía sus fuerzas, aunque disminuye el dolor. Ahora si estaba segura de que eso era la muerte, lloro y se sintió enloquecer, pero no por ella sino porque quería vivir, quería contribuir a su comunidad, sabía que en el hormiguero había tanta necesidad de sus servicios...Todo quedo oscuro repentinamente, sintió una paz enorme, el dolor cesó por completo y dio paso a una sensación de bienestar total. La oscuridad fue dando paso a una luz de colores nunca percibidos, se sintió feliz. Por primera vez, la hormiga vio, y vio al cielo, y oyó una música muy dulce y hermosa, se encontró en medio de flores hermosísimas, pero no tuvo la menor intención de comerlas pues había dejado de tener cualquier indicio de hambre, sed, ansiedad, prisa. Escucho al agua, esta provenía de un arroyo cercano al cual nunca había dado importancia. Ahora si lo aprecio pues el agua brillaba más que cualquier joya exótica, quiso acercarse, no le costaba ningún trabajo moverse, sin embargo, se dio cuenta que su cuerpo se había quedado en el mismo lugar en el que el humano la había encontrado. Podía ver a su cuerpo hacerse pequeño pues ella se elevaba y era transportada por una fuerza misteriosa que la mantenía serena. Ho si ahora llegaba a un lugar que nunca había imaginado. Un ser bellísimo la recibió y le dio un lugar en un reino de felicidad. "Pero ¿cómo es posible que yo tenga derecho a vivir en este lugar si no soy más que un simple animalito?" preguntó la hormiga al ser supremo que presidia en el cielo, "Quien sirve a sus semejantes tiene un lugar conmigo " contestó el ser hermoso. "Ho, Yo pensé que este lugar estaba reservado para entes como Roberto Pascual, tan poderoso, tan sabio” -Dijo la hormiga. "Quienes envenena la tierra que les di, se envenenan y envenenan a mi reino, ellos van a pagar sus culpas a un lugar del cual no queries ni saber" -contesto el amoroso ser.

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